Pues bien, durante unos días hemos descubierto que la falla sigue hasta la frontera de Burkina Faso con Costa de Marfil, y que la costumbre de encaramarse a la montaña para crear pueblos protegidos de enemigos, animales y clima, era algo habitual desde el siglo 11.
Niensororoni está a unos 87 km al Oeste de Banfora, siguiendo una ruta de tierra que muchas veces se divide sin indicaciones (por eso es fundamental ir preguntando continuamente).
Una vez llegas al pueblo, queda una hora de camino en vertical, eso sí, sin sendero, a monte a través. De pronto, bajo un saliente de la roca, se encuentra un pueblo Sama, abandonado hace 40 años para bajar a la planicie para dedicarse a la agricultura.
Los graneros, con sus formas redondeadas, son un escenario misterioso y mágico desconocido por la mayoría de rutas turísticas que recorren Burkina Faso.
Bravo por Salma, que subió y bajó sin dejar de hablar, encantada con la experiencia de escalar montañas.
Realmente vale la pena llegar hasta allí, también para confirmar que debo volver al gimnasio...
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